junio 07, 2005

Preposición indecorosa

Habían pasado dos años ya desde que la maestra Amparo le había enseñado a Pepito a decir las vocales con un striptease, aquella lluviosa tarde de septiembre en que le había obligado a Pepito a quedarse hasta tarde por aventar bolitas de papel mojado al techo con la regla. Desde entonces Pepito estaba deshecho. Era imposible concentrarse en las sumas cuando todo el tiempo estaban ahí esas chichis, temblando suavemente al compás del gis en el pizarrón. Con todo y todo, Pepito lograba de alguna manera pasar las materias de Matemáticas, Ciencias, Geografía, Civismo e incluso Historia, esa materia tan aburrida llena de señores sangrantes con nombres de calles. ¿Pero Español? Esa materia era completamente absurda, qué no hablábamos ya español, para qué eran todas esas reglas, qué era eso de las vocales-volcanes y las sílabas-si lavas los silbatos y las esdrújulas-es bruja de brújulas. Y luego escribir (mientras el sol daba a la libreta y mareaba) las planas y planas del ex-bajo-ante-pospretérito pluscuamperfecto indefinido y las reglas cartográficas de atenuación. Pero Pepito procuraba no poner atención a propósito en Español, porque guardaba la esperanza de recibir una lección como aquella lluviosa tarde de las vocales.
Y así fue, el día en que la maestra Amparo por fin se propuso enseñarle a Pepito las preposiciones.
Cuando la maestra Amparo pidió que todos los niños hicieran fila para revisarles la libreta, Amparo, muy discretamente metió en la libreta de Pepito un sobre que parecía haber estado guardando por mucho tiempo. Pepito, nervioso, no se atrevió a comentar nada, y esperó a llegar a su asiento.
El sobre contenía una preposición indecorosa, escrita con impecable caligrafía:

A Pepito:
ANTE la soledad que vivo a diario, no puedo resistir la tentación de imaginar mi cuerpo desnudo BAJO tu cuerpo pequeñito. Una mano morena sentada nerviosamente CABE uno de mis pezones; una mano tan pequeña que seguramente encaja a la perfección en mi vagina CON el puño cerrado. CONTRA el suelo, sucio de crayolas y tierra, mi piel sudorosa dejaría una silueta DE sudor, que lamerías DESDE la punta de mi pie, EN mi rodilla, ENTRE mis piernas, HACIA mis senos, HASTA mi boca ansiosa de tí. PARA no hacer ruido y POR no despertar las sospechas de la gente, te taparía la boca SEGÚN gimieras, y SIN que me vieras, haría un dibujito en tu nariz. Cuando suenen las doce y cinco, SO pretexto de ir al baño, espérame sentado SOBRE la barda y sin ataduras ya, me entregaré a ti TRAS los matorrales.

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