julio 27, 2005

simbiosis

i get off on the attention,
you get off on the performance.


no sé lo que haces cuando no estás aquí. pero sé que cuando estás, lo que quieres es verme. porque sabes, como yo, que en el fondo todos los sentidos son piel. tú te sientas en tu esquina y me miras mientras bebo, mientras bailo. siento el tacto de tus ojos, desde detrás de mí en algún rincón oscuro, en mis caderas y en mi espalda, en la columna de mi cuello mientras persigo tu mirada por el rabillo del mi ojo. tomas un trago y volteas a otro lado, como si pensaras que no sé lo que estabas haciendo.

pero sabes que casi puedo adivinar lo que estás pensando. mientras enredo mis manos en mi cabello y lo quito de mis hombros, de mi cuello, estás pensando que mi cuerpo ya no es mío, que la música controla mis brazos, mis caderas, hasta mi respiración. que no quieres más que verme perder el control.

no sé lo que querrías hacerme si tuvieras el valor para acercarte. o las ganas. ¿besarme, abrazarme, bailar conmigo? ¿escurrir tus manos en las bolsas de mis pantalones, debajo de mi blusa? ¿acariciar mi muslo, besar mis pies, mi espalda? no importa. nunca tendrás el valor. o las ganas.

en otros momentos, me he preguntado exactamente qué es lo que te hace mirarme, o si miras sólo parte de mí, o a mí como parte de algo más. pero ahora en realidad no me preocupa. me miras y eso es todo.

yo me muevo, tú no. tú te escondes, yo no. no sé lo que hagas cuando no estás aquí. no sé lo que querrías hacerme. no sé si te gusto. y realmente no me importa. ya tengo lo que necesito de ti.

julio 13, 2005

tempestad

Te metiste en mi casa, sin permiso, porque sí. Decidiste que vivirías conmigo sin siquiera preguntarme qué pensaba al respecto. Desde hace días arrastras tus pies desnudos por la sala, la cocina, el comedor, el baño. Mi regadera te ve desnuda pero mi cama no tiene el privilegio de tu piel. Te mueves de un cuarto a otro y yo sólo te observo desde el sillón, atolondrado. Te me escondes detrás de la taza de café, del libro en turno, de la revista de moda, hasta detrás del televisor que se come tu interés en los programas más estúpidos. Me coqueteas sin ganas de que me acerque. Y yo te acecho desde los rincones de mi propia casa, como león en la jaula que tú me has puesto, que has construído cn el metal de tu indiferencia.

Pero hoy has llegado demsiado lejos. Dejar la puerta del baño abierta mientras te duchas es más de lo que puedo soportar. Tu cuerpo que nunca ha sido mío me sugiere sus formas detrás de la cortina transparente. Desde el sillón miro como pendejo cómo levantas una rodilla, luego otra, y vas pasando por cada rinconcito de tu cuerpo esa esponja que tantas veces he olido, pero que sólo me responde con un simplón aroma a lavanda.
Adivino la aureola de tus pezones, la vulnerabilidad de tu sexo depilado, y por poco meto las manos debajo de mi pantalón.

Te bañas con la seguridad de una reina, con la sensualidad de una diosa, y con ese pinche jabón de lavanda que tanto te gusta. Pero no más angustia. Espera a que cierres la regadera, a que salgas, cabrona, que asomes esa inocente patita desde atrás de la cortina, y ya verás como este león enjaulado te salta encima. Te voy a arrancar la toalla con la que medio te cubres, y a saciar mi sed lamiendo el agua de tus senos. Voy a hundir mi lengua en los pliegues de tu sexo sabor a mar, o a tempestad, y voy a hacer naufragar tu cordura tan cabrón que vas a arrancar la cortina de puro gusto.
Cuando ya no puedas más, y mis manos se hayan resbalado por todo tu cuerpo, voy a penetrarte, y como oleaje amansado llegaremos hasta la orilla de nuestros cuerpos. Y al final, con un beso te mostraré el sabor de tus entrañas, a ver si a fuerza de desearte, me deseas un poquito a mí también.

Ya cerraste la regadera. Yo me pongo de pie en un salto, y me acerco, sigiloso, a la ducha.