junio 14, 2005

murmullo

para s. alemán.

we won't always be safe here
but this is where we reign.
pull it tight to protect us.
we might never sleep again.
-- turbulence, arab strap


el escuchar las tres suaves sílabas de su nombre eventualmente le iba a doler como pocas cosas en la vida. ni siquiera estuvo segura en un principio por qué había volteado. ella era la que se había ido, ella era la que había roto las fotos, e inclusive el diálogo. con la sola concentración en su sonido interior –el sonido natural de su cuerpo– le hubiera bastado para evadirla esa tarde en una plaza cualquiera de la ciudad.

se acercó a ella y le mostró involuntariamente lo poco que había crecido durante esos tres años. apenas si la sombra de los pechos comenzaba a asomarse. el cabello estaba ligeramente más corto. la falda de la escuela por fin se vencía alrededor de sus caderas. aún así, cuando tina la abrazó, quedó prendida del recuerdo, disuelto en el olvido de quien lo ha visto y sentido todo. era aquella seductora imagen del espejo: el calor de su cuerpo, de su pecho, y la pequeña capa de sudor que las cubría y las hacía desprender un olor a niñez insoportable. aquella que la había devorado lentamente, escarbando hasta la carne debajo de sus uñas y saboreando la frágil estatua de niña de sal. el pánico la dominó cuando su cuerpo quebradizo fue encogido contra su pecho. aquel abrazo incontenible, aquellas mordidas tan penetrantes a su cuello y su propio ardor en el estómago que la abandonaba en el único lugar humillante, que la disminuía a una nada, al haberse reencontrado con su opuesto e igual.

no hizo nada más que dejarse sujetar y poco a poco ser guiada por su voz, lejos del probable escrutinio de los demás. tina no podía preguntarle, no podía siquiera mencionarle la posibilidad siquiera, así que la sujetó cada vez con mayor fuerza. en algún momento desaparecieron entre las sombras de los árboles. susana se ahogó en su propio silencio. cómo podía impedir un abrazo. cómo mantener las piernas firmes y no quitarlas del camino. cómo rechazar la posición natural que si bien, no era susurrada al oído, era un murmullo familiar y entrañable. cómo no mecerse al mismo ritmo si éste venía de un lugar más certero que la memoria.

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