marzo 16, 2006

pan de cada día

"this is birth and this is death
all in the same breath"
-- jason collett, we all lose one another


lunes en la mañana, no me puedo levantar. suena el despertador y lo desconecto. la semana pasada estrellé uno contra la pared. me siento en la cama. lloro. ¿cómo voy a conducir así? encuentro un cabello largo entre mis sábanas y desvarío. me tropiezo cuando voy al baño. quince minutos me tardo en la regadera. no puedo mirarme, no puedo tocarme. dejo que el agua resbale.

martes en la tarde, calor de mierda que hace para ser abril. comiendo pasta otra vez. siento la piel pegajosa. muero por tener un pedazo de carne en el congelador. y por un lugar con vista al mar, a las montañas, o inclusive a la calle. todo menos un edificio con vista a otro edificio. miro para afuera. prendo otro cigarro para que se me vaya el hambre.

miércoles a todas horas, el hindú me persigue. me esperaba en la puerta cuando salí por unos cigarros. no sé cómo el guardia no le dice nada por estar ahí tanto tiempo. miro los tendederos que cuelgan cerca de mi cabeza y pienso lo fácil que es pasarse de un lado a otro. como en rayuela, con un tablón y con algo de esperanza. después de un rato ya no veo al hindú. me duelen los dientes. camino sin rumbo durante mucho tiempo.

jueves a mediodía, qué jodida vida. tengo la última cerveza en la mano y no me sabe a nada. estoy desesperado, tengo comezón en el pecho. mi plato está vacío desde ayer. miro por la ventana y sus piernas. quisiera no hacerlo. pone un pie encima del buró y desliza el rastrillo por su pierna. sube hasta la rodilla, baja y vuelve a empezar. me hipnotiza, como el lunar que nace en la comisura de su labio. voltea hacia mí y sonríe. como un millón de velos. se recoge la falda un poco más. las cortinas abiertas de par en par en su piel oscura. de alguna forma sé que mañana me arrepentiré.

viernes en la madrugada, no hay nada en la tele. la vista perdida. estoy cansado, quiero dormir. los escucho desde mi departamento. la escucho. finge, lo sé y ella también. su voz está en todos lados. siento que las paredes tiemblan, que se me vienen encima. sudo y tengo miedo. levanto el auricular del teléfono. hay silencio.

sábado a alguna hora. el pinche hindú no se calla. me encontró en la parada del autobús y lo traigo pegado desde entonces. lo ignoro, y camino rápido considerando las bolsas que traigo. la casa está hecha un desastre. meto las botellas al refri, el agua a calentar. cambio las sábanas por nuevas pero todavía me siento sucio.

domingo ya tarde, ella está dormida en su sillón de la sala. volvió a dejar las cortinas abiertas. tengo que ir en la mañana a buscar trabajo en la penitenciaría. ahora o nunca. estoy segro que será uno de esos días donde todo acabará igual. la casa oliendo a cigarro y los platos sin lavar. ella liada en algo menos etéreo que lo que yo hubiera pensado. insoportable línea que hace su cuerpo simétrico y el centro carmín. cierro los ojos. el tiempo se pierde en el aire que entra por la ventana.

marzo 03, 2006

Tunisian Fantasy o El Orgasmo Cósmico del Jazz Latino

Escuchar a la trompeta de Dizzy Gillespie creando las primeras notas del jazz latino es adentrarse en un paraje por demás extravagante: es un carnaval de los sentidos, donde el ritmo exótico y tribal de la sensualidad latina se une a la cadencia alegre, explosiva e impredecible del jazz. Sólo en la trompeta torcida y en los cachetes inflados de Dizzy se pudo dar esta atrevida fusión: unión temeraria no por el posible fracaso musical, sino por el irrefrenable extravío de los cuerpos que producen las notas ardientes, excitantes, insinuantes, apasionadas del jazz latino.

El jazz latino es una noche de fiesta tropical a orillas del mar. con faroles chinos de mil colores alumbrando tenuemente de palmera en palmera. con frescos mojitos y embriagante ron cubano. con mujeres de faldas diminutas y piernas largas, vistiendo blusas cortas y ceñidas o desvistiéndose de ellas. con pieles adornadas de oro, que despiden sutiles aromas de incienso y mirra. con fogatas cuyo fuego son lenguas que saborean la noche y bailarinas que se contonean al son de la marea... son hombres y mujeres haciendo el amor al ardor de sus propios cuerpos. con olas que lamen la playa y se aferran a la arena en un abrazo tan ansioso como efímero, dejando un olor a algas y a sal. con hombres tostados por el sol e iluminados por la luna, olorosos a especias y a madera mojada. con vientos cálidos y dulces como el azúcar, que levantan las faldas como niños traviesos... que tocan los muslos como jóvenes curiosos... que besan la piel como amantes experimentados... pero que acarician el alma como sólo los hombres oníricos saben hacerlo. con cocos de piel tersa y carnosidad dulce y jugosa. con cuerpos voluptuosos que bailan ritmos primitivos para cautivar a otros cuerpos y unirse a ellos en un solo movimiento... en un solo abrazo... en un solo deseo. Noche de amores sin preludios, ávidos de seducción intensa como misteriosa. de cuerpos extraños e impregnados de deseo inagotable, de fantasías insaciables, de excitaciones infinitas. de sentimientos sinceros aunque ficticios... mas de futuro certero: el paroxismo de la noche, ese orgasmo que desintegra los cuerpos, estremece el horizonte del deseo y vuelve eterno el amor de un instante.

... y al fondo, siempre al fondo, la trompeta torcida de Dizzy penetrando el sexo de la noche, seduciendo los sentidos de las flores pudorosas que se cierran a los placeres nocturnos, intoxicando de deseo a las sombras, adorando la carne desnuda de las estrellas y de las vírgenes de medianoche... como una divinidad erótica, hecha a imagen y semejanza del orgasmo cósmico.