Entrelazados, desnudos, descansábamos en tu cama. Me acariciabas y me hacías estremecer. De pronto, como a una barbie, me quitaste la cabeza del cuello: ¡pop!
Miraste mi cuerpo y mi cuerpo miró tu mano soteniendo mi cabeza.
–Dame mi cabeza –rezongué.
–No la necesitas –me dijiste.
–Sí la necesito. Sin ella no te puedo besar. Dámela. –Me la diste y traté de ponérmela otra vez. Ya no me quedaba. Me distrajeron tus manos recorriendo mi cuerpo y la dejé por ahí para poder tocarte también. La escuché rodar por el suelo. Besaste tanto mi cuello que le brotaron unos labios para poderte besar de regreso.
–Ah, ¿verdad que ya no la necesitas? –me dijiste.
Estoy triste, siempre haces estas cosas.
febrero 21, 2007
Cabeza
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6 comentarios:
:O
siempre se salen con la suya....
y siempre dejan ese sentir de decepción por hacerles caso....
esque esbien raroo.... siempre pasa... como que cedes a sabiendas que pasará esa tristeza.... pero cedes!! aún así!
... que coraje... que tristeza.
En eso estoy de acuerdo, hay veces en las que más vale dejar la cabeza fuera del asunto.
perder la cabeza se siente bien en el momento, el problema siempre viene despues.
me gusto la idea del cuento.
me gustó mucho la oración final y sí, coincido, la idea del cuento, pero creo que puede trabajarse más =)
ahhh jennifer; maravilloso, maravilloso.
Love as fast food.... llena pero no nutre FAC!!!! jajajaja pero que divertido es!!! eso de perder la cabeza al momento como que es lo mio jajajaja.
Chido el cuento, me gusto por notradicional... aunque nada aqui sea tradicional del todo.
Saludos desde merida
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